¡Doctora,
mi niño ronca como un adulto!
¿Cuántas veces nos
llega esta queja a nuestra consulta? ¡Muchas! El ronquido es una señal de
obstrucción de la vía aérea, de que algo no está dejando que el aire pase bien
y produce este sonido tan particular.
En el niño es especialmente
preocupante, pues puede indicarnos que realmente no está respirando bien por la
nariz. En los niños, además, la cara aun está en crecimiento y el respirar mal
(por la boca) hará que no crezca adecuadamente y sus dientes no tengan una
posición correcta.
¿Qué causa que el niño
ronque? Muchas cosas, algunas muy sencillas como una rinitis en crisis
(inflamación de la mucosa nasal, causando obstrucción y mocos). Esto es
bastante común, es intermitente (no siempre está tapado) y puede ponerse peor
con cosas como cambios de clima, polvo u olores fuertes (en especial el del
cigarrillo). Hay tratamientos médicos que harán que estas crisis duren menos y
sean menos severas.
El problema es cuando
la obstrucción es constante: se cansa con actividades físicas normales, no
duerme bien y hay pausas en la
respiración durante el sueño. Es allí cuando es importante la valoración por el
pediatra y el otorrino para ver otras causas que requieran otros tratamientos.
Una de las más comunes
en niños son las adenoides o las amígdalas obstructivas.
Las adenoides se
encuentran detrás del paladar y la campanilla. Tu médico seguramente pedirá una
radiografía que permita verlas o las verá con una fibra óptica.
Las amígdalas se ven a
simple vista al abrir la boca al final de la lengua. Un otorrino evaluará el grado de obstrucción
y decidirá si es necesario quitarlas para que el niño respire bien y pueda
desarrollarse correctamente.
Como ves, es importante
observar a nuestros niños y asegurarnos que su respiración es adecuada. Ante
cualquier duda tu médico pediatra puede decidir referirte al otorrino y entre
los dos decidir la mejor conducta.
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